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Bodas ciclistas: hasta que la bici los separe

Las bodas ciclistas se han convertido en el mundo en una propuesta divertida, estimulante y especial que se ha convertido en tendencia. Foto: Rachel Thurston

La boda no es un día más: es, para la pareja, el “gran día”. De ahí que las parejas elijan dentro del protocolo de ceremonias de bodas aquella que en lo personal les resultará inolvidable. Por ello, el protocolo viene ahora también marcado por la creatividad y por enlaces informales, simbólicos, sencillos, temáticos y, por qué no, baratos. La originalidad ha desechado viejos prejuicios y la boda ciclista ha entrado en la lista de novios.

“Muchas parejas no sólo deciden hacer el posado o la aparición en bicicleta, sino que se lanzan a alquilar unas cuantas para que sus amigos crucen un pueblito o les sigan hasta la ceremonia”, explica Bea Medina, responsable de la agencia de bodas Nara Connection. “Más allá de la diversión y la complicidad”, añade, “hay un potente mensaje reivindicativo detrás. El movimiento ecofriendly se está extendiendo y las bodas en bicicleta son tendencia”.
Aunque no es fácil pedalear con tacones, traje de chaqueta, vestido corto o tocado, compartir la experiencia merece la pena. “Mi consejo a los novios es que arriesguen”, cuenta Medina, “que compartan sus aficiones con los invitados y se dejen de vergüenzas. No hay nada más divertido que pedalear con la gente que quieres”.

La bicicleta se convierte, entonces, en la aliada perfecta: un objeto clásico, bello y dinámico que une a novios e invitados en una actividad divertida y saludable. “Fue una sorpresa salir de la Iglesia y encontrarnos con 20 bicis holandesas en la puerta”, cuenta Emile Bloemen, murciano nacido en los Países Bajos que se casó en Torrevieja y cuyo hermano organizó, por sorpresa, un paseo de cuatro kilómetros hasta la finca donde se celebraba el convite. “Hubo sudor y hasta alguna caída” cuenta Bloemen, “pero sobre todo muchas risas”.

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