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Opinión

Opinión: De presagios

En cuestión de horas, el panorama político se fue transformando y adquirió entonces, ribetes insólitos y atrayentes también, por qué no. Ya nada es extraño es este universo con ángeles y hadas, y los asombros frente a lo inverosímil, son cosa del pasado. En la dinámica pragmática actual, mis lectores, todo es viable y lo que hasta ayer se rechazaba, ahorita mismo puede suceder, que se alabe cual hermosa deidad.

Si casi parece un sueño recordar, como buscando lejanos archivos, que hubo gente del poder local que daba su existencia entera en sacrificio vivo y agradable, por don Sergio Massa. Como un divino profeta del “Nuevo Orden”, se lo revestía de adornos y se proclamaba a los cuatro vientos, su erudición y capacidad de gestión para llevar adelante al país.

Las olas lo avalaban. El Libro de Pases engordaba y era la moda estar con él, ser parte de su entorno e inclusive proyectar candidaturas provinciales. El potro renovador galopaba henchido de gloria.

Pero un buen o un mal día, la capa cayó al suelo. La anteojera cedió ante el peso gravitacional de los hechos prácticos y los timones de los barcos que transportaban a sus adeptos, giraron sin dar muchas precisiones. Y lo permitido se convirtió velozmente en prohibido. Y cientos de carteles quedaron inutilizados por el significado de la transmutación sufrida.

Como un acto reflejo el silencio cundió. Sin embargo todos acataron la decisión del Jefe Supremo y miraron hacia otro ángulo. O sea, nada más y nada menos, que hacia ese sector que habían criticado. A esto se le llama “tragarse un sapo”. O pragmatismo.

Vale idéntico precio cualquier “metié” en el mercado devaluado de los esenciales valores, así que no hubo dramas. Y ya no se ensalzó la figura del tigrense sino que se inflaron globos naranjas y se elogió de golpe el “Modelo”, como se hiciese otrora.

La suposición de varios es que el látigo no duele al golpear sobre espaldas curtidas. Habrá en tal caso que aguardar al 9 de agosto para saberlo con certeza. De cualquier manera, se esgrimirá una excusa potable para remediar el viraje correspondiente. Mas en lo posible, que sea un discursito breve, no sea de caer en engorrosas contradicciones que perjudiquen la positiva imagen.

A propósito, la tropa no saltó; al contrario asimiló el novel liderazgo nacional y agachó la cabeza. En aras de mantener “Status” y sueldos de seguro. Lo increíble del asunto es el desinterés general de un pueblo de más de cien mil almas.

Y a este acto moderno hay que anexarle el inquebrantable espíritu peronista vernáculo de esquivarle a la unidad en la praxis. Simulando acordar y negociar con febril disposición, se sumen en un lodazal idéntico al de otras veces. No van con lista única, no van juntos, lo que prueba que alguien dijo “No” y se parapetó en su búnquer.

Tal vez convencido de que igual se puede vencer el muro ya establecido. Claro que, queridos amigos, también cabe la expresión conceptual de la duda. Porque, si después de tanto transitar por el camino tortuoso, no logran cristalizar un excelso cúmulo de compañerismo unido, detrás de un señor o señora que los represente y los saque del estancamiento, se podría pensar que en rigor de verdad, lo concreto es, aunque duela, un círculo vicioso.

Ese “gilgal”, ese pozo obscuro y frío, se podría, insistimos, bautizar con una frase para el concienzudo análisis: los muchachos de los dos dedos en “V”, no desean, no anhelan desde lo profundo de su corazón, gobernar.

Por Mario Delgado.-

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