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Opinión

Opinión: La negra noche de los partidos políticos

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Tembló quizá Sergio Massa cuando el asesor de Mauricio Macri, Durand Barba, en casa de Francisco De Narváez, desplegó un auténtico arsenal de conceptos y de argumentos tendientes a resolverle en todo o en parte, el futuro cercano al tigrense.

Con ampulosos ademanes y convencimiento propio, dibujó un panorama por lo general, bastante apoteótico en lo que concierne al porvenir político del ex intendente, de cara a las elecciones de este año.

Y lo paseó por tres escenarios fundamentales, haciéndole notar, eso sí, que nada era hoy como en aquellos benditos días cuando el Libro de Pases se abría, redentor, recibiendo dirigentes que pululaban por un lugarcito en el por entonces exitoso Frente Renovador.

Desde continuar con su precandidatura para presidir el país, hasta desembarcar en La Plata e ir por la gobernación, o quedarse en el molde y aguardar un mejor viento de cola, en otra ocasión electiva. Increíble charla, imposible de haberse realizado tiempo atrás. La característica de la misma, mis lectores, fue crucial. Pero las cosas se dan y hay que afrontarlas.

Los movimientos del tablero no favorecieron al diputado Massa, desde enero hasta aquí. Las expectativas, es evidente más allá de excelsas intenciones, no dieron en la tecla deseada. Y el hombre fuerte de una “Tercera Posición”, se fue diluyendo en “dimes y diretes”, con un permanente y lamentable para él, éxodo de referentes cercanos. Desde Guistozzi hasta Eseverri.

Contracara irreconocible de una moneda que se dio vuelta. Cual maldecida taba. Los avales se fueron distanciando también. Es que en la democracia actual, cuando un apellido se desinfla en las endiosadas encuestas, ¡listo, mi amigo! Poco hilo en el carretel posee tal individuo en su afán de seguir conquistando terreno.

Quien cede en las estimaciones, cae inexorable, en tremendo desplante. Y esto ha venido acaeciendo, sumándose por supuesto a otros males internos de una fuerza ideada para contener al cristinismo re reeleccionista, hace tan solo dos añitos.

Por ende, amigos, la catapulta arroja piedras que terminan dando en el blanco. Que había chispazos intestinos, resulta ahora casi una deducción pueril. Pero lo más obscuro se visualiza, hacia el exterior de la tropa, en un principio, con una enorme cantidad de precandidatos a gobernadores bonaerenses. Demasiados.

La red se depuró, es verdad. Mas dejó secuelas. Y además, la inducida polarización tocó a Massa y lo halló parado sobre la arena. O está el hombre con Casa Rosada o está con un modelo distinto, más conservador, pero tendiente a rechazar mucho de lo actuado por los dignatarios “K”.

El sueño del pibe del tigrense de quedar en el medio y sacar provecho, no tuvo aceptación y se notó esto con el correr frenético de los meses de este 2.015. Su performance había logrado trascender las fronteras de Buenos Aires, y era un gran salto por sobre las dificultades. Hubo que tejer acuerdos y amoldar el cuerpo en sendas provincias.

Sin embargo, el barco vio ingresar agua en su superficie. Y ya la desesperación cundió en algunos Jefes distritales que se alejaron del redil que habían proyectado tan cobijador y diferente a lo conocido.

Uno se fue. Y después otro. Y los “Idus de Marzo” se apoderaron, rencorosos del massismo. Claro que el círculo aún no se ha cerrado. No están al parecer, todas las salidas bloqueadas. En breve, Sergio dirá ante su público, que hará finalmente. Las presunciones son diversas, por supuesto.

No obstante, es indudable que Massa representa una porción interesante del arco político y que cuenta con resto suficiente como para ser un actor de la realidad. Más allá quizás de su decisión de continuar o quedarse en casa.

Los fervientes leales, entre ellos la diputada nacional Liliana Schwindt, aseguran contra todo riesgo, la prosecución del plan. E inclusive lo hacen con optimismo. O con temeridad. Pero se quedan del lado renovador, estoicos.

Estos vaivenes son una consecuencia lógica de una enfermedad endémica que inició su letal proceso en los ´90 y que se amplificó en los albores de los 2.000: la negativa pérdida de la buena imagen de los partidos, herramientas útiles y otrora, imprescindibles al momento de alguien intentar candidatearse.

Pulverizada la noción de amor a un partido político y de actuar en consecuencia, las varitas mágicas llegaron con sus luces de colores. Se cuajó el sentimiento de pertenencia y se lo reemplazó con suma rapidez, por un novel concepto: hacer de alguien un producto y ponerlo en el podio, esquivando roles antiguos. Emergió la filosofía del “personalismo”.

El “ser” es más que el viejo comité al que todo el mundo consultaba. El individuo toma adhesiones y distribuye su equipo a voluntad. Y se da por descontado que, en ese trayecto a la gloria, puede variar y virar sin dar explicaciones técnicas ni tácticas. Todo en acuerdo con el señor “Pragmatismo”, que copa recintos y no hace preguntas en aras de una supuesta “bendición colectiva”.

Sergio Massa y Compañía son un ejemplo de la apoteosis, del ocaso de los partidos. Y hay otros. Y habrá otros, siempre y cuando se tramite el destino patrio de tal manera: individualmente.

Por Mario Delgado.-
lgado.-

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Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho