Connect with us

Opinión

Opinión: El volcán Catherine

A escasas jornadas de una movilización nacional contra la violencia de género, titulada “Ni una menos”, nos vemos insertos en un nuevo hecho desgraciado que destroza a una familia. O a varias, en realidad. Y que tiene expresa relación con estas desbordantes instancias macabras de eliminar mujeres.

En esta ocasión el sitio tristemente elegido por los demonios del mal, fue la ciudad de Monte Hermoso, una apacible localidad, hasta al menos, dos años atrás, según el propio testimonio vecinal. Hoy el luto, sin embargo, destrona cualquier pasividad pueblerina.

El tema ya es de público conocimiento. Una chica de 18 años de edad, Catherine Moscoso, estudiante, fue a un boliche y ya no regresó a casa. Eso acaeció el sábado 16. A partir de ese momento, empezó a girar una rueda de inoperancia y complicidades policiales y por qué no políticas, que abrieron la puerta al diablo.

Como la joven no retornaba al hogar y no había avances investigativos, los habitantes decidieron romper filas en pos de la verdad. Cada segundo vale oro en estas situaciones. Y los mismos se evaporaban sin respuestas, sin novedades de interés.

Hasta que la noche del 23 se hizo. Un bombero se topó con el cuerpo inerte de la dama en cuestión. Y entonces arribó desde los cuatro puntos cardinales de la comarca, la furia social. En un médano, en el barrio Néstor Kirchner, sobre la calle Río Atuel, o sea norte del poblado, estaba el cadáver golpeado y violentado.

El peor desenlace. Lo último que se sabía de ella lo aportó un testigo, el cual señaló haberla ubicado en la denominada “Curva de Gaby”, el domingo 17 a la madrugada. Por otra parte, el miércoles posterior, una amiga recibió un mensaje por la red Facebook. Allí, Catherine le comentaba que se encontraba bien y que no ansiaba volver. ¿De dónde se envió tal comunicación? Y ¿quién la hizo?

La paciencia popular explotó, mostrando un hartazgo superior al soportable. Alguien se lanzó contra la Comisaría. Otros lo secundaron y el incendio se concretó, febril. Claro que no quedó ahí todo el rencor y el resentimiento: también el edificio comunal y la casa del Secretario de Seguridad, un ex Comisario llamado Ricardo Triches, con sombríos antecedentes en el resonante caso de Natalia Melman, crimen que hizo temblar los cimientos de Miramar, algunos años nomás atrás, con tres policías, cuando menos, incriminados.

Las sospechas de una tía de la asesinada, son elocuentes: apuntó sus dardos hacia una conocida de Catherine y agregó que ya “todo estaba planeado”. Más allá de conjeturas y tesis, un anciano también murió, víctima del odio de la gente. Se lo incriminó de alguna forma por ser familiar de un ex novio de la piba muerta.

Cuando las cosas se desmadran, la noción teórica y moral de correcto o incorrecto, se desdibuja, perdiéndose en un brumoso horizonte. Los inocentes se envalentonaron quizá y los ruidos cubrieron la potestad del silencio reflexivo.

La incapacidad de los uniformados, el esfuerzo desde la fiscalía por quitarse la causa de encima y mandarla a Bahía Blanca, y demás anexos, y demás condimentos, rayanos en maniobras turbias desde el ángulo político, hicieron que la “Caja de Pandora” se visualizase.

El problema de fondo se bifurca en medio de la catástrofe. Éste es un riesgo que puede multiplicarse si no se actúa convenientemente de aquí en más. En cualquier espacio del país. La irracionalidad de los matadores de mujeres, no debiera sin embargo, socavar las bases de la cordura y de la eficiencia.

Mas los ejemplos no nos facilitan la tarea de reconstruir el cuerpo infecto. Si se procede con total liviandad y se mata a una fémina cada 30 horas, está clarísimo que algo está descompuesto en el tejido social. Y existen personas que ya no se lo bancan.

Porque cada uno sabe en su interior que estas agresiones y dramas, van a seguir. Y que hay que parar el desbocamiento de este corcel poseído. Justamente en un recuadro aparte de este portal, se observa, con imágenes elocuentes captadas por Soledad Rinaldi, un caso vernáculo de violencia hacia una señora.

El domingo 24, en Juan XXIII, a metros de la Avenida Alberdi, en un automóvil Fiat Duna de color gris, un tipo golpeó a una mujer, en presencia inclusive de dos menores. La batahola se dio. Los servidores del orden y las personas allegadas, Y el viejo truco de las responsabilidades y los por qué.

Se ha tocado fondo. Se ha traspasado un horrendo y siniestro límite. Entre presuntos celosos y pervertidos, que gozan masacrando a una débil mujer, los números de cuerpos en la morgue se intensifican.

El 3 de junio es la fecha indicada para mover los pies y el alma. Para decir “Basta”. Un “Basta” que, por ahora, se presiente aún distante.

Por Mario Delgado.-
Advertisement
 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho