Opinión
Ubicuidad
Da pena. Realmente da lástima percibir de plano este intricado asunto del calor y las clases. Una puja entre la Jefatura Distrital de Educación y el Gobierno Comunal, vedada apenas por un pequeño telón de fondo. Y otras viejas y nuevas disputas y miserias que salen a relucir, en un universo educativo que dista años luz de ser lo que debiera. Por Mario Delgado.
El escenario es auténticamente patético, sin dudas. La formación escolar de la niñez y adolescencia es lo fundamental y a su vez, mis amigos, es lo que menos suma en la balanza. Entre paros, deficiencias edilicias y altas temperaturas, el tercer mes de este 2015 nos presenta un condimento muy particular.
Que hay establecimientos educativos que se caen a pedazos, no tendría que representar una cuota de admiración para ningún vecino. Sin embargo, da la impresión que viene primando la improvisación y el desdén, por encima de la ubicuidad requerida frente a la situación.
La ola de calor es un hecho irreductible y bien palpable. Lo padecemos. Lo sentimos a flor de piel. Los problemas acuciantes en las públicas escuelas son múltiples, y se agravan con los implacables rayos del astro rey, cayendo impiadosos sobre la humanidad de niños, docentes y auxiliares.
Entonces estalla la polémica, cual voraz incendio. Y las voces resuenan en el fondo del pasillo. Que sí a las aulas, exclaman desde un ángulo. Que no, responden del otro lado de la línea divisoria. En las oficinas de los pro y contra, desde luego bailotean los ventiladores y el acondicionado aire.
Y, aquellos que jamás pisan un barrio, y por ende tampoco una escuelita desamparada, gesticulan presuntas soluciones acordes. Pero acordes no a las azarosas coyunturas, sino más bien a sus propios intereses y momentos políticos.
Sorben en sus oficinas un vaso de agua fresca y deciden por los demás. Insisto, sin ir a recorrer los sitios. ¿Cómo puede alguien instar a ir a clases a chicos que son hacinados en una sala? En salones sin ventilación adecuada, se apiñan cincuenta educandos. ¿Sabrán los señores funcionarios del área en cuestión, que hay colegios sin la correspondiente presión de agua, como para cubrir las canillas o los sanitarios?
Detalles, tan solo eso son. Hoy es el radiante solazo el eje de la discordia. No fue posible prever nada. Por quienes son los jerarcas del mundo educativo. Aparatos de ventilación viejos y mal arreglados, se ven en las escuelas.
Las estadísticas embisten a los dilemas cotidianos de ciertas casas de estudio. Arreglos que se esquivan o se concretan sin controles respectivos. Y luego, otra vez las envolventes calamidades. En una escuela con más de cien almas, dos baños andan; cuatro se hallan clausurados y como premio, poca agua sale. ¿Eso cómo se denominará?
El entramado del calor se cuela, extendiéndose febril. Y con él, la dicotomía. Pero no se alarmen, mis lectores fieles y pacientes: dentro de poquitas instancias, en escasísimas semanas, el enemigo a derrocar será don frío.
Por Mario Delgado.-

