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¿Le corto el pasto, señora..?
La naturaleza y la desidia consensúan posiciones y entonces, el pasto crece. Los indicios son certeros y evidentes ante el ojo humano. La complejidad existencial por dilucidar es ¿quién tiene que mover los hilos de la marioneta? Por Mario Delgado.
Los dirigentes fomentistas del barrio “Martín Fierro”, están al borde de un ataque de nervios. Difícil tarea les resulta a ellos, al parecer, conseguir ser oídos en un clamor extendido a la Municipalidad y a la “Empresa Malvinas”, titular como es sabido, de la recolección de residuos y de la limpieza urbana.
Puntualmente, mis amigos, los representantes vecinales, encabezados por el señor Aníbal Federico, solicitan que se proceda lo antes posible, si no es muy complicado, claro, a cortar los pastizales que se ubican hoy por hoy en las veredas barriales y que terminan por su volumen, cayendo sobre las propias calles, afectando de este modo, la libre circulación del agua, por ejemplo, contra el cordón.
De las 36 arterias que componen el complejo habitacional mencionado, son demasiadas las que han sido abandonadas a la buena de Dios. Para colmo de las molestias, ciertos propietarios “dormilones” o perezosos ni siquiera se dignan en divisar qué pasa en sus terrenos baldíos. En triste concordancia, los operarios malvinenses, tampoco proceden a cortar los reglamentarios 20 centímetros, en la vereda.
Quizá sirva para clarificar, amigos lectores, citar lo proverbial de la calle Celestino Muñoz, entre Canaveri y Giovanelli: allí se yergue, cual extraño gigante, una auténtica parva de matas de pasto.
Por supuesto que ya se han tocado puertas. Sin embargo, las respuestas están ausentes. Se nota a la legua. Que hay responsabilidades compartidas, no debieran caber dudas. No obstante, los vecinos anhelan hacer un nuevo intento, con la sencilla y concisa idea de ser, esta ocasión, atendidos por las autoridades comunales y también, por qué no, de la Compañía en cuestión. El beneficio será amplio y bienvenido. Cabe resaltar que con excelente criterio cívico, algunos integrantes de la vecindad, distraen tiempo de sus obligaciones, y se dedican a quitar o hacer cortar el pasto en determinados sitios.
A la espera de óptimas resoluciones, quedan los “Martín fierristas”. Mientras tanto, un pibe golpea las manos en ese ámbito ciudadano y pregunta: “¿Le corto el pasto, señora..?
Por Mario Delgado.-

