Es seguro que el doble de Alejandro Diez que le dio el triunfo a Peñarol trascienda los programas especializados de básquet. La fortuna del acierto lo pondrá en pantallas mucho más masivas: última bola, el tiro de Alejandro Konzstadt que muerde el aro, rebote corto (el duodécimo para el visitante) y casi desde el piso, de espalda al aro, la tiró para arriba y la metió. Triunfo 81-79.

“En la semana vimos una jugada similar, que ocurrió en un partido de la NBA (NdeR: de Trevor Booker, para Utah) y la comentamos mucho en el equipo. Claro, ésta también fue de suerte”, admitió Diez. Sí, eso es mucha suerte.

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Parecía que la alta temperatura podría conspirar contra el ritmo del partido. Sin embargo, de un lado y del otro no ahorraron energía para desplegar un primer tiempo intenso. Y eso que en Peñarol hay un trío de 34 años para arriba entre Leo Gutiérrez, Martín Leiva y Gaby Fernández.

Una media docena de distracciones defensivas de Obras y un par de canastas con fortuna de Peñarol tuvieron el segmento igualado hasta que el local clavó un 10-0 en 2m y cerró con ventaja el primer cuarto. Achicaron los marplatenses con un par de triples de Giddens y el aporte de los suplentes, Giorgetti y Massarelli, pero Obras se volvió a escapar, con su goleó repartido y una defensa zonal que por momentos le dio resultado: 40-31 a los 15m. La vuelta de los titulares fortaleció a Peñarol y se fue al descanso largo con la ilusión abierta.

El buen ST de Peñarol, la ventaja de 11 (65-54, a los 29m), la salida temprana de Clemente por faltas, una diferencia puntual de 7 a 4m del final y la victoria, que cortó una racha de 4 triunfos del local, despejaron los fantasmas y las conspiraciones que creyó ver Peñarol, que argumentaban cierta ventaja para el Tachero porque Fabián Borro es presidente del equipo porteño y de la AdC. No hay conspiración, tampoco fantasmas, mucho menos en contra del equipo que ganó cuatro de las últimas cinco ligas, mientras que Obras… Nada.

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