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Opinión

Julio González: “Lo que pido es regularizar la situación dominial del predio” 

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El señor Julio González viene reclamando desde hace ya varios años por lo que él consideró en su momento, una auténtica tramoya delictual en una empresa local, una usina láctea,  de la cual formó parte en su génesis. La compañía, la fábrica, en cuestión era “Tamberos Unidos S.R.L.”, con sede en el “Parque Industrial de Olavarría”, (“PIO”). Hete aquí la entrevista exclusiva con González sobre este asunto.

¿Cuándo considerás vos que arrancó el problema en la sociedad citada? “Se originó en una irregularidad que yo encontré cuando recién arrancamos con la fábrica. Hubo una diferencia de plata grande que no estaba registrada en los papeles y de ahí se dieron desavenencias con mis socios. Yo no estaba de acuerdo con la forma en que se llevaba la documentación de la fábrica. Todo lo que se hacía estaba en negro, todo así nomás”.

“Yo presenté un proyecto en la Municipalidad, el cual fue aprobado luego en el Concejo Deliberante para vender leche por el Plan “Más Vida”, por venta directa a la Provincia, de 100 mil litros anuales. El Concejo declaró a la empresa de Interés Municipal, ante la emergencia económica de la Cuenca Lechera. Hoy esa venta significaría $ 20 millones anuales. Y se comercializarían 3.000 litros diarios”.

¿Ustedes en aquél instante, año 2.003,  pudieron lograr su objetivo? “No, no se pudo poner en marcha la propuesta por decisión de mis socios. Vino de la Provincia un crédito, destinado a la producción, y con ese monto me pagaron lo que me adeudaban a mí; plata que en realidad tendrían que haber puesto ellos mismos de sus bolsillos.

¿Cuándo concretaron el primer balance de la firma? “En el 2.005 y totalmente fraudulento lo hicieron. Cada balance era peor que el otro. Eran auditados por contadores que hoy no pueden mirar para otro lado. Esos profesionales son los contadores que tienen actualmente inconvenientes en el “Parque Industrial” porque hicieron idénticas maniobras a las que  me impusieron a mí”.

¿Por qué aparecieron boletas con el nombre de fantasía “Nuestros Lácteos S.R.L.” con el mismo número para diferentes clientes? “No solamente de “Nuestros Lácteos”; empresa que nunca existió aclaremos bien, hay también de “Tamberos Unidos” en negro. Yo tengo conocimiento de 27.000 facturas en negro con un sello y 73.000 con otro. O sea, más de 100 mil boletas. Hay original, duplicado y triplicado de una misma serie, dadas a varias personas. Esto se presentó todo en la Justicia. El fiscal Martín Pizzolo me rechazó pruebas y cuando sale la elevación a juicio expresa que “duda de la veracidad de las pruebas”. Una locura. La Justicia Ordinaria dictamina lo que tendría que haber hecho la Justicia Federal, porque se trata de una estafa a través de la evasión. Y nunca se investigó además a la Imprenta que hizo los respectivos formularios “truchos”.

Las carátulas de esta causa han ido variando. Hoy por hoy, ¿cuáles son los delitos que se analizan? “Me he presentado en diversas instancias, llegando incluso ante el Juez Casanello, y he denunciado a los contadores porque son parte de esto. “Asociación ilícita” sería la denominación correcta hoy, causa que no es excarcelable”.

¿Quién o quienes te perjudicaron? “A mí me perjudicaron todos los socios. Porque ellos para entrar a la fábrica no pusieron una moneda”.

¿Cuántos socios eran? “Nelson y Horacio Masson, Marcelo y Roberto Lanceta, Orfel Tasso y su hijo que trabajaba en la fábrica y Sebastían Pené. Ninguno puede decir que no sabía lo que se “cocinaba” allí”.

¿Qué sucede en estos días con el emprendimiento? “La empresa está cerrada. En el 2.015 yo tomé posesión ante un escribano. Después de trabajar un mes, me encontré una mañana con que habían soldado las puertas y las cerraduras. Me desestimaron la denuncia porque un policía declaró que allí se ubicaba una vivienda, cuando cualquier individuo sabe que en el “PIO” no hay casas particulares, ni se permite que viva gente. No se entiende la inacción judicial”.

La fábrica quedó abandonada en el 2.008. ¿Vos te retiraste mucho antes, verdad? “Yo a los tres meses de iniciada la actividad, me encontré con que Pené se estaba llevando diez mil pesos. Yo lo encontré. Por eso fue el problema que empezamos a tener ahí”.

Vos has llegado, como citabas, ante el Juez Federal Casanello. ¿Cuál es el puntual reclamo tuyo, hoy? “Yo el 5 de mayo de 2.016 le presenté una nota al señor Intendente Ezequiel Galli, que todavía no ha obtenido contestación. He hablado con los abogados del Municipio. Me dieron una fotocopia de un expediente toda adulterada. Hay cosas que no pueden estar nunca, porque no coinciden las fechas, ni los montos. Fijate que en dicho expediente no está anotado que la fábrica fue declarada de Interés Municipal en su momento. ¿Cómo no va a estar registrado eso? Lo que pido concretamente es regularizar la situación dominial del predio. La fábrica la compré yo, la pagué yo. Poseo todos los recibos de pago y la cuenta bancaria donde acredito que ese lugar es mío. Pido escriturar el terreno a mi nombre. He estado en el Ministerio de la Producción y me garantizan un crédito de $ 3 millones para reabrir el negocio ya. Yo quiero hacer funcionar la fábrica para vender leche de óptima calidad a bajo precio. Por lo menos a cinco pesos por debajo de las que hoy se comercializan”.

Esa adulteración del expediente, de la cual das cuenta, ¿quién la puede haber hecho? “Y mirá, hay gente de la Administración Comunal anterior que sigue. La mujer de Pené está trabajando, casualmente, donde a mí me tienen que regularizar la situación dominial. No logro entender”.

La última consulta, Julio, ¿te sentís acompañado en esta cruzada o luchas en soledad? “He ido al Concejo Deliberante. Todos los ediles saben y ninguno mueve un dedo”.

Entrevista: Mario Delgado.-

 

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho