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Opinión

Histórico acuerdo

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Allá por el año 1961, Estados Unidos de Norteamérica y Cuba, rompieron relaciones diplomáticas como casi una natural consecuencia de todo un marco de divergencias amplias y severas. La llegada a la hermosa isla de la Revolución y de la metamorfosis significativa que se fue advirtiendo de allí en más, afianzó el sentimiento de recelos y odios mutuos y congeló cualquier tipo de diálogo o intercambio.

La famosa “Guerra Fría” se sostuvo en el tiempo, llegando en ciertos momentos a instancias de visibles tensiones. Los embargos yanquis, la campaña internacional promovida por Casa Blanca en contra de Fidel Castro y todo el régimen, y un singular número de acciones que facilitaron los desencuentros, han cabalgado en los briosos corceles de la intransigencia durante décadas.

Pero horas atrás, los presidentes de la potencia del norte y de la turística isla, Barack Obama y Raúl Castro respectivamente, han resuelto de mutuo acuerdo, poner fin a la obscuridad e ir en pos de la luminosidad, de una novel etapa épica.

Se abre una enorme y prometedora puerta hacia el porvenir. No es un dato para minimizar éste que se nos presenta ante nuestros ojos, amigos lectores. Haciendo caso omiso de prejuicios y contingencias del pasado, los líderes sellaron un inicio de provechosa confraternidad entre ambos pueblos.

Se ha podido arribar a buen puerto, gracias, entre otros protocolos impactantes, a la decidida intromisión papal, puesto que el Jefe de la grey católica, Francisco I, tuvo una visión específica sobre el particular y llamó en reiteradas ocasiones a los hombres del poder, a ponerse “los pantalones largos” y sentarse a una mesa de diálogo.

Diálogo concienzudo, por cierto, amigos. Que contuviera la intención de romper las trabas y construir un puente. El religioso argentino supo ganarse el alma de Obama, quien lo elogió desde el vamos por “vivir lo que predica”. Fundamental preámbulo de la autoridad práctica.

Y cayó agradable también la imagen y la palabra del émulo de Cristo en La Habana. Considerando que ya hubo antecesores vaticanos que quisieron negociar la salida del drama, pero sin avanzar más allá de los mensajes teóricos, la circunstancia actual es para subrayar. El logro es un hito digno de aplausos sostenidos.

Quizá el Sumo Pontífice ofició de auténtica “llave” para derruir los cerrojos enmohecidos de la diplomacia y la mirada cara a cara sin alteraciones propias de enemigos mortales y, presumiblemente, eternos.

Pero, para felicidad de millones de seres humanos, habrá que ir olvidando historias negras y trágicas. Lejos muy lejos está la “Crisis de los misiles”, por citar un ejemplo de la irracionalidad de viejas épocas intempestivas.

Los puntos clave de la apertura, tienen que ver con puntuales aristas. La ubicación nuevamente de la  embajada yanqui en La Habana, la factibilidad de viajar sin problemas de una a otra nación, colaborar en el área de migraciones, de lucha enérgica contra el flagelo del narcotráfico en Cuba, observar inherentes temas de medio ambiente, poner énfasis en los derechos humanos cubanos y abrir el libro de la reforma democrática en todo el territorio isleño, también se habla de fortalecer la sociedad civil.

Promover la exportación de artículos y productos de Cuba, en el mundo y se autorizará la importación de cosas de la isla, por un monto de 400 dólares para los ciudadanos norteamericanos.

Los donativos yanquis mensuales a cubanos se incrementarán a 2000 dólares por mes, quedando sólo exceptuados de poder recibir los beneficios, los funcionarios del Partido Comunista. Además se trabajará con ahínco en modernizar lo antes posible las comunicaciones isleñas, las cuales son escasas y carísimas, sobre todo en los ámbitos de los nuevos condimentos comunicacionales tecnológicos.

Estados Unidos revisará a su vez, su política de considerar hasta aquí, a Cuba como un sitio proclive a amparar y/o entrenar a bastiones terroristas internacionales. O sea que en la Cumbre de las Américas de 2015, en Panamá, los planteos tendrán otros ingredientes, se respirará se presume, un aire distinto. Una dicotomía de cincuenta y tres años, se vestirá con ropajes más coloridos, imprimiendo una página histórica.

Ojalá, a la distancia y humildemente, los argentinos tomemos aunque sea, la sinopsis de este ícono, de esta reconciliación de alto vuelo.

Por Mario Delgado, para INFOOLAVARRÍA.-

Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho